Esta es la crónica contada por nuestro compañero Gonzalo Perez en Diario de Noticias de Alava sobre la Buts Bilbao Vitoria, donde también corrieron nuerstros compañeros de club Alex, Mikel y Borja.
Nervios e intranquilidad, emoción y ganas, afán de superación y capacidad de afrontar retos, algo de miedo y mucho respeto. Todo eso se notaba y se palpaba, o al menos yo lo notaba y lo palpaba, en la línea de salida situada en la plaza del Teatro Arriaga de Bilbao, a eso de las doce menos cuarto de la noche del viernes con poco más de quince minutos para empezar con esta aventura. Junto a mí, otros 202 corredores venidos de muchos lugares, como Huesca, Valencia, Murcia, incluso de otros países como Francia, Rusia o Estados Unidos, además de los más cercanos, estábamos dispuestos a cubrir los 108 kilómetros con más de 11.000 metros de desnivel acumulado que nos separaban de la meta en Vitoria-Gasteiz.
Minutos antes de la salida habíamos pasado el control de material obligatorio, así como la activación de la baliza GPS que además de marcar nuestra posición para seguridad nuestra, serviría para que nuestros amigos, familia y curiosos varios pudieran seguir nuestros pasos durante el sábado e incluso alguna hora del domingo. Y eso es porque el límite de tiempo que teníamos para llegar a la capital Alavesa era de 25 horas: la jornada completa del sábado así como la primera hora de la madrugada del domingo. Justo antes de dar el pistoletazo de salida tuve la oportunidad de sentir, por primera vez en esta carrera, la piel de gallina gracias al emocionante aurresku con el que la organización nos homenajeó a todos.
INICIO COMPLICADO Después, una pequeña cuenta atrás y allí que salimos todos en salida neutralizada por el Casco Viejo bilbaíno. Las primeras posiciones salen disparadas, los de detrás nos lo tomamos con más calma. Eso sí, ilusión, todos por igual. Minutos más tarde dejamos atrás el Mercado de La Ribera y, al terminar de atravesar Miribilla y San Adrián, enfilamos las primeras rampas del Arnotegi, ya en terreno de montaña. Asel, mi compañero de aventura, y yo subimos a buen ritmo y en algo menos de una hora estamos ya en el aparcamiento del Pagasarri para empezar a ascenderlo. Casi al final de la subida noto que Asel no va bien ya que se queda muy atrás y, aunque le espero y le intento animar aprovechando el primer avituallamiento, en cuanto vamos camino del Ganekogorta (kilómetro 10) me dice que tire para delante que él no va. Finalmente lo dejaría en Areta (kilómetro 23). Solo decirle que el mero hecho de estar en la línea de salida ya le hace ganador.
Con este contratiempo, ya que no me había planteado pasar la noche solo, me encamino hacia Areta. Voy con buen ritmo lo que me hace adelantar a bastante gente y paso Kamaraka (kilómetro 17) con muy buenas sensaciones. Allí la cosa cambia para bien, ya que al iniciar la bajada a Areta, encuentro a un nuevo compañero de carrera. Es Aitor, un chico de Llodio, que me reconoce de alguna otra locura en la que me he embarcado, y con él, ya que llevamos el mismo ritmo, me planteo pasar los kilómetros siguientes, al final serían casi 50 más.
EL TRAMO MÁS DURO Llegamos a Areta (kilómetro 23), donde reponemos fuerzas con un buen avituallamiento, en poco más de tres horas y media. Va bien la cosa, según lo previsto. En el siguiente tramo, hasta Orozko, tenemos que subir a Elorritxugane y pasar por la ermita de Santa Marina. Para mí, junto con los últimos 8 kilómetros, ha sido el trecho más duro, sobre todo por inesperado debido a la dureza de alguna rampa. Durante este periplo charlo con Aitor, que me cuenta que, a pesar de entrenar por aquí, esta subida no la ha hecho nunca, lo mismo que la bajada a Orozko. Llegamos al centro del pueblo, donde en el avituallamiento nos tratan como en el resto de la carrera: de diez como mínimo. Tenemos que valorar más la labor de los voluntarios, no es fácil tirarse toda la madrugada, o aguantar todo el día en un avituallamiento o cruce, esperando a que pasemos por allí y encima recibirte con una sonrisa en la boca y dando ánimos constantemente. Bueno, ya estamos en el kilómetro 35, seis horas y cuarto de carrera y todo en orden.
FRÍO EN LOS VALLES Salimos de Orozko con la misma sensación que hemos padecido toda la noche cuando bajábamos del monte a algún pueblo, el frío. Teníamos ganas de ascender, ya que por el fenómeno de inversión térmica hacía menos temperatura en los valles que en el monte. Ahora tocaba la subida más larga de la carrera. Unos diez kilómetros donde, quitando algunos pequeños tramos, todo el rato íbamos sumando metros a nuestro contador de desnivel positivo. En alguna de estas zonas empiezan las piernas a decirme “oye tranquilo, cuidado que ya llevas 40 kilómetros y más de siete horas y o nos cuidas o igual no llegamos”. Así que, como Aitor también tiene algún pequeño aviso, nos lo tomamos con un poco más de calma y después de ver el precioso amanecer y pasar por la cima del monte Oderiaga, bajamos al refugio de Austigarmin (kilómetro 48), donde llegamos a las 9 de la mañana.
ANTE EL IMPONENTE GORBEA Aquí nos encontramos con Jon, que nos cuenta que es su primera carrera de esta distancia, que lo mas que ha corrido por monte son 40 kilómetros y que tiene mucho respeto por la longitud, así que va tranquilo. Se le ve bien y, además de compartir después avituallamiento en Murgia, le vería en meta donde llegó con un tiempazo de 21 horas y 30 minutos. ¡Zorionak Jon, carrerón el tuyo!
Salimos Aitor y yo del refugio y enfilamos la subida más dura, la del Gorbea, al cual llegamos, con bastante esfuerzo, veinte minutos antes de las 11 de la mañana. Pasamos por tramos de nieve, que aguantaba ahí desde hacía tres semanas, y lo peor, sorprendentemente, no fue la subida sino los seis primeros kilómetros de bajada, ya que la nieve nos dificultaba bastante el correr. Finalmente llegamos a Murgia (kilómetro 64) en menos de trece horas, mejor de lo que yo había imaginado en mi previsión más optimista.
UN NUEVO ACOMPAÑANTE En Murgia me esperaba David, que me acompañaría durante el resto de la carrera hasta la meta. La organización ha habilitado la figura del bidelagun, que no es más que un compañero de fatigas que podía hacer la carrera en los últimos 44 kilómetros junto al corredor titular. Se trata de un apoyo muy importante, sobre todo para mí que, además de ser un gran amigo, se trata de una persona que me conoce muy bien y sabe regularme el ritmo perfectamente. Pues bien, tras un cambio de ropa completo y un plato de pasta reparador, salíamos ambos para afrontar la última parte de la carrera. Mi, hasta ahora, acompañante Aitor había salido diez minutos antes, también con bidelagun.
A mitad del tramo entre Murgia y Otogoien dábamos caza a Aitor, que por culpa de una pequeña pájara se quedaría atrás y ya no volveríamos a coincidir. Eso sí, finalmente consiguió llegar a meta con más de una hora para el cierre del control. ¡Zorionak Aitor, muy buena carrera la tuya!
Llegamos a Otogoien (kilómetro 75) sobre las 15.20 horas tras casi quince y media de prueba. A estas alturas el calor ya empezaba a hacer mella en mi cuerpo y notaba bastante la fatiga, pero todavía tenía fuerzas para continuar con bastante solvencia. Es en este punto donde conocimos a un tocayo mío, Gonzalo, con el cual hicimos grupo hasta la meta. Gonzalo es de Vitoria, pero ahora reside en Orio y, a pesar de ser solo su segunda vez en este tipo de pruebas, la verdad es que hacia arriba iba bastante fuerte. Lástima que los pies le pasaran algo de factura cuando el camino se ponía en descenso. Aún así, nuestro ritmo era parecido con lo que tomamos la decisión de seguir juntos hasta meta.
CON LOS PIES MACHACADOS Una vez pasado el calvario del tramo entre Otogoien y Nanclares, mucho calor en la subida sin apenas sombra además de una bajada con bastante piedra que nos machacaba los pies, llegamos al anteúltimo avituallamiento (kilómetro 90), en el cual nos trataron como reyes. Nos recogieron los bastones, nos rellenaron los botellines mientras estábamos sentados, nos preguntaron una y otra vez si necesitábamos algo… Lo dicho un diez no, un once para todos los voluntarios de la carrera. Allí ya nos abrigamos, la noche estaba cerca y con el frontal en la cabeza iniciamos el último tramo.
El último tramo comenzaba con un cortafuegos que solo de verlo asustaba, ya que a las alturas que estábamos de carrera cualquier pequeña subida ya daba respeto. Pues bien, esta daba miedo de la pendiente que tenía, pero como no había otra, la afrontamos con paciencia y llegamos arriba justo al anochecer. Con el frontal ya encendido, pasamos por San Miguel, Busto y Zaldiaran, desde donde vimos la preciosa estampa de Vitoria iluminada a lo lejos, que junto con la misma imagen de Bilbao al empezar y el amanecer en el parque del Gorbea, ya daba sentido a esta aventura.
VITORIA, POR FIN Llegamos al último avituallamiento, Zaldiaran (kilómetro 100), con pocas fuerzas ya, pero sabiendo que solo nos quedaba bajar. Después de volver a alucinar con los voluntarios, más de ocho horas allí y no se les borraba la sonrisa, enfilamos la bajada. Tras cuatro kilómetros de descenso y otros cuatro por el bosque de Armentia y las calles de Vitoria, llegamos a meta en 23 horas y 5 minutos, con la alegría de haber terminado y el cuerpo, cómo no, bastante fatigado.
Además de las de Aitor, Gonzalo, David, Jon y Asel, hay más historias dentro de esta carrera y no todas con final feliz. Tanto Borja como Rubén, por ejemplo, tuvieron que abandonar en Orozko y Areta, respectivamente, por problemas de estómago y una caída en el caso de Rubén, que es peor por el daño que eso supone. Mucho ánimo para ellos de mi parte. También está la historia de Mikel y Alex, que en su primera ultra consiguieron llegar a meta, el primero el vigésimo de la clasificación y en el caso del segundo el 61, una pena unos problemas finales que le hicieron perder unos puestos. Pese a todo, menudo inicio para los dos en el mundo del Ultratrail.
Y cómo no hacer referencia a Abel, Spiderabel, un chico de Amurrio cuya peculiaridad es que siempre va vestido de Spiderman para despertar una sonrisa de los más pequeños cara a que vean el deporte de otra manera. Abel también colabora con la Asociación Montes Solidarios, una entidad privada sin ánimo de lucro que se dedica a la promoción y organización de actividades de montaña dirigidas a personas con diversidad funcional y de la que forma parte como guía de montaña para ciegos.
Finalmente hacer referencia a David, un chico de Santurtzi que, sin contar con el apoyo de grandes marcas, haciendo vídeos durante la carrera para su canal de YouTube (David Santurtzi), consiguió llegar a meta en una estupenda cuarta posición. No os perdáis en su canal su resumen de la carrera, un vídeo espectacular. ¡Zorionak David!
Dar las gracias por ultimo a toda la gente que me ha mandado fotos, me ha contado historias y, cómo no, a la organización por su trato exquisito durante todos estos días. Seguro que nos volvemos a encontrar. Enhorabuena a todos los participantes, hayan llegado o no, solo estar en la salida de este tipo de carreras es todo un triunfo. Nos vemos en la siguiente carrera.