Como ganar una carrera descalzo.

Como ganar una carrera descalzo.

Nuestro compañero Raul «Mako» para los amigos, es un corredor que despierta sorpresa y admiración. Sorpresa para los que disputan los podios, por ser un corredor recién llegado, al que no conoce casi nadie, lo cual no ha impedido que gane la mayoría de las carreras que ha corrido. Admiración la que creo entre los asistente y los voluntarios, en la carrerona del Agua  (Campeonato de Asturias de larga distancia), por perder una de sus zapatillas, lo que le obligó  a correr 3 km con un pie descalzo y otros 10 km con una bota de montaña 2 números mas pequeña, en uno de de sus píes, lo cual no le impidió ganar la carrera.

Mako Carrerona I

A continuación podéis leer su descripción de lo sucedido de su puño y letra.

«PODRÉ CORRER 1000 CARRERAS PERO ESTO LO RECORDARÉ PARA SIEMPRE

La Carrerona del Agua, campeonato de Asturias de Ultradistancia, tuvo una anécdota que fue causando revuelo desde prácticamente el momento en el que pasó. Fue una vez acabada la carrera, cuando con los testimonios de algunos testigos, fue cogiendo forma y expandiéndose con esa mezcla cómica y épica. David Díaz López y yo, llevábamos más de 10km corriendo juntos. Llevábamos un ritmo muy bueno y no teníamos duda de que de seguir así no sólo no nos recortarían tiempo sino que estaríamos aumentándolo. Llegamos a un paso en el que había un charco con barro. David lo bordea y yo voy a pasar por encima. Confío en mis Altra King Mt y su total tracción en este tipo de terreno. Confío tanto en estas zapatillas que además, me dispongo a saltarlo utilizando una técnica que mezcla el salto de una gacela y el de una bailarina de ballet. Al pisarlo, me hundo en una especie de poza de fango que me cubre asta la cintura. Quedó encajado. No puedo salir. Mi sensación es de haber caído en arenas movedizas, y vienen de inmediato a mi cabeza imágenes de dibujos animados. Si, así de cómico. Y te ríes porque no te pasó a ti. Estoy a punto de pedirle a David que tire de mi, pero pienso en la posibilidad de quedar los dos encajados. ¿Os imagináis estar corriendo una ultra, ir en 3ª posición a toda leche en una zona muy corrible y encontrarse al 1º y 2º enterrados en el barro esperando a ser rescatados? En uno de los intentos por salir de allí, pego un fuerte impulso y consigo levantarme. Y es justo en ese momento, cuando escucho perfectamente el sonido de un desatascador al hacer “efecto ventosa”. Si, ese mismo sonido que acaba de venir a tu cabeza….Tardé milésimas de segundo en pensar que eso era imposible, que no podía haber pasado… ¡Joder mi zapatilla! ¡He perdido la zapatilla! Me arrodillo en el barro, escarbo con las manos, prácticamente buceo, saco piedras, pedruscos, mas barro, fango….ni rastro de la zapatilla. David me mira con las manos en la cabeza y sólo díce: “JODER QUE PUTADA” “JODER QUE PUTADA”. Tardo sólo unos segundos en asimilar que no la voy a encontrar. David me está esperando, pero tiene q seguir. Me pregunta “¿Qué hago? ¿Sigo?”. Mi final de carrera se veía cerca. Habíamos dejado 2 Km atrás un avituallamiento de líquido, y de allí, si alguien se atrevía a meterme en su coche, me llevarían hasta la línea de meta para finalizar mi aventura. Hace un tiempo , tuve una época en la que intenté llevar el minimalismo al extremo. Aún la conservo, pero últimamente he sacrificado un poco de idelogia a cambio de poder ir mas rápido en los descensos. Había encontrado el modelo de zapatillas perfecto con ese equilibrio… Usé zapatillas sin amortiguación, sin drop, sin ningún tipo de protección. Les quitaba las plantillas y las usaba sin calcetines. Con una de esas subí el Aneto hace un año. Con una de esas baje del Posets con medio pie fuera por destrozarlas entre las piedras. Me las ingeniaba para correr por nieve y hacer rutas invernales corriendo con zapatillas ligeras, cubriéndolas con los cubrezapatilas de ciclismo y añadiéndole clavos a la suela. Gane mi primera ultra con unas zapatillas de 200gr. Había corrido bastantes km y había machacado mis pies con escarpines de playa comprados en decathlon. Seguro que tu también has tenido unos de esos, de los de la marca Tribord. Y Había probado alguna vez a correr algún km totalmente descalzo por terreno liso. Había leído mucho sobre los Tarahumara, esa tribu de México que viven aislados en las Barrancas Del Cobre y que corren distancias ultramaratonianas para desplazarse a otros pueblos, y lo hacen vestidos con una túnica y en sandalias. Unas sandalias que se fabrican ellos mismos……. Quería ser como ellos. Quería correr de la manera más natural posible, sintiendo el terreno, siendo eficiente en cada paso. Llevaba tiempo buscando la excelencia en la técnica de carrera… Quería ser como ellos…..De repente lo entendí todo… No me daba la gana de irme a casa. No había venido aquí para esto. De repente lo entendí todo. Me retiré de la última ultra por hacer mal las cosas y hoy era una prueba muy importante para mí. Pero hoy no había hecho nada mal… de repente lo entendí todo…¡acababa de entenderlo! Lo que pensé que no podía ser real, lo que pensé que no podía ser tan mala suerte ,pasó a convertirse en mi momento de gloria. Quería ser como ellos, como los tarahumara. El destino me estaba brindando la ocasión que había soñado durante mucho tiempo. Me estaba dando la oportunidad de ser uno de ellos. Esta vez no era un juego. Era Una situación real. Una competición. ¡Una Ultra! Ni mas ni menos. Tenia el privilegio de verme en esa situación. Tengo q agradecérselo al destino una y mil veces. No se que había hecho para merecerme algo tan bueno. -“íbamos David! Yo voy descalzo”. Tu te ríes, pero la cara de David era de total preocupación. – -“¿Descalzo? No hagas eso Joder! Vuelve al avituallamiento de atrás, ya te conseguirán una playera” Antes de que acabase la frase yo ya estaba en marcha. David venia por detrás diciendo -“Pero…¿Y las piedras?, te vas a clavar algo, no hagas eso tío” -“pararé cuando me lo clave, hay que intentarlo, ¡hasta la bolsa de vida tío!, ¡hasta la bolsa de vida!” No quería retrasar el ritmo de David. Bastante que me esperó mientras chapoteaba en el barro. La adrenalina, las ganas de hacerlo bien hacia q fuera rápido. Mantuvimos los ritmos. En ese momento no sentía ningún tipo de molestia, corría fluido, me sentía ligero, sentía el terreno. Corría por la montaña descalzo, lo que muchas veces había soñado, era un Tarahumara… Había entendido todo y enseguida empecé a divertirme… Llevaba todo el cuerpo cubierto por una capa gruesa de barro. Mis intentos por quitármelo no hacían mas que expandirlo. Las boquillas de los bidones de agua que portaba en la mochila se habían impregnado. En Cada sorbo que daba, tragaba agua y barro. Tuve que quitarme algún moco de esos que parecen piedras que se había formado al secarse la tierra en mi nariz. David tuvo que darme una pastilla de sales. Los dos tomamos una cada hora de carrera para evitar la deshidratacion, y allí llevábamos unas 4 horas. David limpió con su camiseta unas de mis manos de barro y la esfera del reloj donde consultábamos tiempo, distancias, ritmos y el track del recorrido cuando teníamos alguna duda con el camino. No fue fácil quitar el barro de ahí. Corrí con un pie descalzo 3km!! Controlaba el terreno, intentaba pisar en la zona menos lesiva, estaba disfrutando, no se me pasó por la cabeza en ningún momento que algo podría ir mal. Íbamos igual de rápido. Me atrevería a decir que seguíamos aumentando distancia sobre los perseguidores. Evitaba pisar cualquier charco del camino, no quería volver a caer en ninguna “trampa”. Tuve la suerte de que no era la parte más técnica del recorrido ni nos tocó ninguna bajada muy complicada. Todo estaba de mi lado…. Giramos una curva, aparece un hombre….pelo blanco, brazos cruzados, estaba como esperando…. Esperaba a que llegaran los primero corredores para guiarles en un cruce. Lo que el no sabía, es que yo también esperaba a el. Era Chus Martínez, a quien desde entonces sus compañeros iban a llamar “El ángel de la bota”. El fue mi ángel… … Chus es un voluntario del grupo de montaña “Suero de Bimenes”. La carrera estaba transcurriendo en ese momento por los montes de ese concejo y Chus era uno de tantos voluntarios que colaboraba con la organización para que la carrera transcurra lo mejor posible. El “ángel de la bota”, llevaba unas botas de montaña de las de toda la vida, eran unas botas antiguas y estaban completamente llenas de barro. -“¡La bota por favor!¡déjame la bota! ¡He perdido mi zapatilla y llevo un rato descalzo! Chus reaccionó como si se llevase un pequeño susto ya que llegábamos gritando. -¿Qué talla es? – pregunté -“41 dijo Chus” Entonces le mentí…….iba a ser mi ángel y yo le mentí.. .Me arrepiento… -“Justo mi talla” le dije. Cuando la zapatilla que había perdido era un número 43… Vale, todos hemos contado alguna pequeña mentira sin maldad para salvar alguna situación, pero Chus no se merecía esto, no se merecía ninguna mentira de mi parte. Me arrepiento. Ya le he perdido perdón por ello. No tuve que dar ningún tipo de explicación. Chus se agachó, soltó el nudo de los cordones, se quitó la bota y me la dio. Fui a ponérmela y me di cuenta que se había quitado la bota izquierda, y yo necesitaba la derecha. ¡Joder! A perder más tiempo pensé…..se me pasó por la cabeza ponérmela en el pie derecho y seguir, solamente por no perder más tiempo. Hice el gesto de ponérmela aun sabiendo que era del otro pie. -“ ¡Esa no! ¡La otra! Es la derecha! ¡Joder! Maldigo una y otra vez esa frase, ¿por qué narices tuve que hacerlo? ¿por qué narices no me puse la bota izquierda en el pie derecho y seguí? Si de por sí esta historia es muy grande, podría haberla bordado aceptando lo que el destino me estaba proponiendo. Maldigo mi decisión una y mil veces. Si el perder una zapatilla , correr 3km descalzo, encontrase a Chus, ponerme sus botas 2 tallas más pequeñas, y correr otros 10km con ellas para ganar esta carrera creéis que tuvo algún mérito, lo hubiese tenido mucho más, si además esa bota hubiese sido del pie contrario. MALDIGO la maldita decisión que tomé. El destino me estaba ofreciendo la gloria, me estaba ofreciendo ser uno de los protagonistas de una historia muy grande, y yo no lo acepté. Cambié el curso de lo que podría haber llegado a ser sólo por ir un poco mas cómodo y tener la sensación de ir un poco más seguro con la bota del pie correcto. En ese momento tenía la cabeza tan fuerte que hubiese podido con cualquier cosa. Nada me hubiese parado. Estoy convencido de que lo hubiese conseguido.. No recuerdo si Chus se calzo la bota izquierda antes de quitarse la derecha, pero recuerdo que el mismo se agachó para atármelas. Era difícil hacer nudos por la cantidad de barro que tenían los cordones. Hizo lo que pudo. Los cordones quedaban muy largos. Metí el sobrante por dentro de la bota para no pisarlos y seguí corriendo mientras le daba las gracias gritando. Le dije que se la dejaría a la organización, que se la harían llegar. Chus se quedó descalzo. Cogió una bolsa de plástico y se envolvió el pie para poder apoyarlo sobre el barrizal. Avisó de lo que había pasado a sus compañeros y esperó hasta que le acercaron otras zapatillas. Me pregunto que pensarían otros corredores cuando iban llegando al lugar donde estaba Chus y se encontraban con un voluntario con una bota de montaña en un pie y una bolsa de plástico en el otro. Para mi, solidaridad no es tener cientos de millones y donar algunos a una ONG para después salir en el periódico contando lo carismático de tu obra . Para mi, solidaridad, es tener una bota en cada pie, encontrar a alguien que solo tiene una, darle la tuya quedando descalzo, quitarle importancia y no preocuparte de si la bota volvería a aparecer. Chus me la dejó a mi como se la hubiese dejado a cualquiera ajeno a la carrera que estaría dando un paseo y se lo hubiese pedido. ¡¡Corrí 10 km con la bota de Chus!!! Esa bota pesaría un kilo. Ya no era un tarahumara. Esa bota era lo menos parecido al minimalismo que tenía como filosofía. Manteníamos ritmos, seguía yendo fluido, sin sensación de pesadez….la cabeza seguía tan fuerte que no diferenciaba entre mi zapatilla, la bota o ir descalzo. Sólo perdimos tiempo en las 6 o 7 veces que tuve que parar a volver a atar los cordones. ¡Joder Chus! Podrías haberte esforzado un poco en hacer un buen nudo. Íbamos pasando por avituallamientos, cruces con voluntarios y algunas personas de fuera de la carrera que creo aprovechaban a entrenar por la zona. Algunas de ellas eran conocidos de David. Cada vez que veíamos a alguien gritábamos “Un 43, una zapatilla del 43”. El próximo objetivo era cambiar la bota por cualquier tipo de zapatilla deportiva, sea o no de trail. Las reacciones de la gente al vernos gritar eran de absoluto desconcierto. A algunos nos daba tiempo a contar lo que pasaba, otros creo que no se llegaron a enterar, otros me veían directamente con una bota de montaña y algo no les cuadraba. Preguntábamos cuanto quedaba hasta la bolsa de vida, pero era más de lo que pensábamos. No estaba sufriendo por correr así, pero si llegaba hasta donde estaban mis playeras de repuesto, la cabeza descansaría de esa incertidumbre de pensar hasta donde podría llegar así. Llaneaba bien, subía bien, bajando sentía que aflojaba un poco. David me decía que iría yo primero para marcar el ritmo. De vez en cuando le preguntaba si era buen ritmo , si quería ir mas rápido. Yo no quería ser una carga -“Cojonudo!, llevas un ritmo Cojonudo” “si yo iría sólo no estaría yendo mas rápido de lo que vamos” “Llevamos más de un maratón y vas con una bota a un ritmo cojonudo” Saber que no le estaba entorpeciendo me aliviaba. Pensábamos que quedaba mucho para la bolsa de vida, cada vez que pasamos por un avituallamiento de sólo líquido, pensaba que sería allí, pero se trataba de un espejismo tras otro. Un chico nos dice que quedan aun más km de los que pensábamos. Habíamos pasado unos cuantos puestos de avituallamiento y llegamos a otro más. Aquí están varios miembros de la organización, entre ellos Pablo Alvarez, que también se iba a convertir en uno de los principales testigos de la historia. Relleno las botellas de agua, me como un trozo de plátano mientras les cuento la historia y les pregunto cuanto queda hasta la bolsa de vida. -“Está aquí” “Las bolsas están aquí”…. -“No, pero yo me refiero a la bolsa de vida, allí tengo zapas para cambiarme” -“Están aquí” “son estas” y me señala a un montón de bolsas que hay preparadas. -“Joder! El 51, soy el número 51” Hay una chica joven, con un niño. Soy muy torpe calculando la edad, sobretodo de los niños pero diría que tenia 13 años. Distingo mi bolsa entre las demás. Alivio…… Es la primera vez en mi vida que me siento en un Avituallamiento. Entre la chica joven, el niño y Pablo me ayudan a desatarme la zapatilla y la bota. Llevo unos calcetines de esos que metes los dedos por separado como si fuesen guantes para las manos. Nadie me dice nada pero seguro que también les resultó curioso. Me los quito. Llevo los dos primeros dedos de cada pie cubiertos con un algodón que usa Lorea en casa para quitarse el esmalte de las uñas y que siempre me riñe por robárselos a escondidas, los fijaba a los dedos con un par de vueltas de esparadrapo para amortiguar el golpeteo de las uñas que tengo medio colgando de tanto correr. Hoy toca bronca cuando se entere de que se los he vuelto a robar. La voluntaria tiene el increíble valor de ayudarme con los calcetines aún viendo la lamentable imagen que dan mis pies. Mi compasión hace que se lo agradezca pero que sea yo mismo el que se pone el calcetín y evitar que tenga que pasar el mal trago de tocar mi pie al ponérmelo. Me ayudan también a ponerme las zapatillas. El niño colabora cogiendo mis anteriores calcetines. Como dentro de la bolsa también había un pantalón y una camiseta por lo que pudiera pasar, tienen el detalle de buscar una bolsa, y guardar aparte calcetines y zapatilla para que no manche la ropa limpia. Hasta ese punto llega la delicadeza de los voluntarios de esta carrera. Tengo mis zapatillas puestas. Otra vez zapatillas ligeras, otra vez zapatillas con ese equilibrio perfecto entre minimalismo y protección. No era mi intención usarlas pero incluso son mejores que las otras para el tipo de terreno que queda. Me levanto, agradezco a todos que me hayan cuidado como en casa, con cariño…Doy 3 pasos, ¡esto es Muy, Muy, Muy cómodo ” -“David!!!! Ahora vuelo!!!! -“¡¡¡¡¡No me jodas tio!!!!”

En el siguiente enlace podéis escuchar la entrevista en la radio Marca Runner Asturias, sobre el minuto 6.

También os dejo los artículos de periódico donde describen la noticia.

http://www.lne.es/deportes/2017/07/09/triunfo-compartido/2132648.html

http://www.elcomercio.es/asturias/siero-centro/victoria-deja-huella-20170713023814-ntvo.html

Aquí un vídeo de un voluntario youtuber.

 

 

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